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Los lugares tranquilos tienen una doble vida: Federico Vélez

  • Algunos capítulos que escribí de Un Lugar Tranquilo

    se quedaron por fuera, eran fichas que

  • no cabían en el rompecabezas, Federico Vélez.

     Por James Alzate

    Con una narrativa directa y una mezcla extraña de poesía, crímenes, deporte y sexo, el escritor antioqueño Federico Vélez publica Un Lugar Tranquilo, novela ambientada en Kitsilano, Canadá, donde un crimen que nunca se resuelve es la trama perfecta para llevar al lector capítulo tras capítulo.

    Vélez, quien desde muy pequeño escribe poesía y se dedica al ciclismo, encontró en una lesión de rodilla, hace cinco años, el momento exacto para escribir y corregir el relato que sería galardonado en la última versión del concurso de novela y cuento de la Cámara de Comercio de Medellín. Él, rodeado de bicicletas y uniformes deportivos, habla de su obra.

    ¿Cuál fue el detonante para empezar a escribir Un Lugar Tranquilo?

    Estando en Vancouver leí la noticia de una señora que se había desaparecido en un parque muy importante. A mí me pareció increíble que en una ciudad como esa y en un lugar tan apacible como Kitsilano en Canadá, ocurriera un crimen tan misterioso. Y en Un Lugar Tranquilo suceden esas cosas, resulta que ese tipo de lugares tienen una doble vida.

    ¿Cómo es eso de que los lugares tranquilos tienen una doble vida?

    En Vancouver después de las diez de la noche pasan muchas cosas. Y eso mismo pasa con ese buen vecino que creemos tener, que uno dice que es una buena persona. Pero después resulta inmiscuido en una infinidad de problemas y muchos de ellos sangrientos. Uno no se puede dejar engañar de las apariencias de las ciudades cuando se ven apacibles y tranquilas. Ni tampoco de las personas.

    Los personajes de la novela también tienen una doble vida y son muy estructurados. ¿Cómo encontró la voz propia de cado uno?

    Muchos de los personajes existen. Yo paralelamente a lo que escribo voy leyendo a otros autores que de alguna manera traten la misma temática en la cual estoy trabajando. Y uno se va robando ciertas anécdotas y ciertas ideas. También aparecen en escena amigos y personas cercanas con sus vivencias. Por eso digo a la gente que tiene amigos escritores que no traten de confiarles muchas cosas porque tarde o temprano se le roban sus ideas.

    La novela tiene referencias a muchos escritores, ¿cree que escribir leyendo a otros puede prestarse para plagios?

    Yo trato de contaminarme, de recibir lecciones de escritores que me gustan o de los cuales tengo envidia de cómo escriben. Trato de robarme el manejo de los diálogos, las maneras en cómo describen ciertas cosas, ahí me surgen muchas preguntas y muchas maneras de escribir también. Leo mucho a escritores norteamericanos porque escriben sin excesos, y evito mucho a escritores del realismo mágico. No es plagiar, es adoptar mecanismos de otros en escenas propias.

    ¿Cómo fue el proceso creativo? ¿Escribió la novela en un lugar tranquilo?

    Sí, la escribí en un lugar tranquilo, vivo en el campo en una finca en el Oriente entre gallinas, perros y gatos. Y respecto al proceso creativo, sé para dónde voy, siempre pienso en el primer y último capítulo. El primer capítulo tiene que ser una degustación, tiene que ser muy bueno para que la gente siga. Uno no le puede exigir a los lectores que hagan un esfuerzo por leerlo a uno siendo consciente de que no se es un escritor conocido. Y habiendo tanto por leer, no se le puede decir al lector: téngame paciencia que después de la página 30 esto mejora.

    Los capítulos de la novela son cortos y directos, el relato es algo frenético…

    Soy muy lento para escribir. Por eso trato de escribir en capítulos muy cortos para tener un control más absoluto sobre el universo narrativo. Escribo borrando, escribo tachando adjetivos. Escribir una novela sin tantos adjetivos es difícil, casi no fluye, uno se bloquea. Ahí es cuando uno hace concesiones con la literatura y con los propios códigos de calidad que uno como escritor tiene.

     

    Anotación: Federico Vélez ha publicado algunos poemas y ha ganado diversos concursos de cuento organizados por medios de comunicación y entes gubernamentales. Este autor dedica medio tiempo a escribir y pintar, y el otro tiempo a probar prendas de ciclismo de la empresa Safetti para la cual trabaja.

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